1. «EL HIJOPUTA» PREMIO DE NOVELA CORTA

Estaba sentado el otro día delante de mi ordenador cuando me acordé que tenía que llamar por teléfono a un compañero.

Descolgué el auricular y marqué el número de memoria. Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:

¿Qué quiere?

Soy Ignacio Martínez. ¿Podría hablar con Roberto Espárrago? —dije amablemente.

Te has equivocado, gilipollas —me respondió y acto seguido colgó.

No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado.

Pero como aún recordaba el número erróneo que había marcado anteriormente, decidí volver a llamar a aquel tipo y, cuando me cogió el teléfono, no esperé a que contestase y le dije:

Eres un hijoputa. —Y colgué rápidamente.

Inmediatamente apunté aquel número en mi agenda junto a la palabra “hijoputa”.

Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado porque me llegaba una letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna situación por el estilo, volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:

Eres un hijoputa.

Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentir mucho más relajado.

Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el Servicio de Identificación de Llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que dejar de llamar al “hijoputa”.

Pero de repente, un día se me ocurrió una idea. Marqué su número de teléfono y cuando escuché su voz le dije:

¡Hola! Le llamo del departamento de ventas de Telefónica para ver si conoce nuestro Servicio de Identificación de Llamadas.

No —me dijo el tío grosero y me colgó el teléfono.

Rápidamente le volví a llamar y le dije:

Eres un hijoputa.

Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Ésta lo hacía muy lentamente y cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre, apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:

¡Eh, oiga! ¡Que estaba yo esperando! ¡No puede hacer eso!.

El tipo del Golf se bajó, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado y pensé: “Este tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos”.

Justo en ese momento vi un letrero de “SE VENDE” en el cristal de atrás del Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de aparcamiento.

A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del “hijoputa” y me acordé que había anotado el número del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le dije:

¡Buenos días! ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?

Sí, yo mismo.

 ¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?

 Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa. Es un bloque amarillo y el coche está aparcado justo enfrente de la casa.

 ¿Cómo se llama usted?

 Enrique Juárez.

 ¿Qué hora sería la mejor para encontrarnos y discutir los detalles de la operación, Enrique?

 Pues yo suelo estar en casa por las noches.

 ¿Puedo decirle algo, Enrique?

 Sí, claro.

– Enrique, eres un hijoputa de la hostia.

Y colgué el teléfono. Inmediatamente después de colgar anoté el número en mi agenda al lado del otro, pero en éste puse el nombre de “hijoputa II”.

Ahora tenía dos “hijoputas” para llamar y así estuve durante dos o tres meses, llamando ahora a uno, ahora a otro, hasta que comencé a aburrirme un poco.

Me puse a pensar en serio sobre cómo resolver este problemilla y al cabo de un par de whiskys se me ocurrió algo. Primero llamé al “hijoputa I”:

 Dígame.

 Hola hijoputa.

Pero esta vez no colgué.

– ¿Estás ahí todavía, verdad, cabrón? —dijo.

 Sí, hijoputa.

 Deja ya de llamarme o...

 ¡Noooooo!

 Si supiera quién eres te rompía la boca —me dijo.

– Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a buscarme. Vivo en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro. ¡So hijoputa!

– ¡Ahora mismo voy para allá! Tú sí que eres un hijoputa y ya puedes ir rezando todo lo que sepas. Te voy a matar a hostias.

 ¿Sí? ¡Qué miedo me das, hijoputa! —Y colgué el teléfono.

Inmediatamente llame al hijoputa II:

– Dígame.

 ¡Hola hijoputa.

Y no colgué.

– ¡Cómo te pille algún día...!

 ¿Qué me vas a hacer, hijoputa?

 ¡Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón!

 ¿Sí? Pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo voy hacia tu casa. —Y colgué.

Por último, cogí el teléfono y llamé a la policía. Les dije que estaba en la calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa y que iba a matar a mi novio homosexual en cuanto llegara a casa.

Luego hice otra llamada rápida a “Madrid Directo” y les dije que iba a haber una pelea de pandillas en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa.

Y entonces me monté en mi coche y me fui para allá a toda leche. Te juro que es una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.

En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes en tono amable.

Ya sabes… No es bueno que yo me irrite.


2. LA LLAMADA AL MÓVIL

Un grupo de hombres está en el gimnasio de un club y suena un móvil. Uno de los hombres contesta:

¿Sí?

¿Querido, eres tú? ¡Se oye horrible!

¡Hola…! ¡Hola…!

¿Estás en el gimnasio?

Sí.

Estoy frente al escaparate de una peletería viendo un abrigo de visón precioso. ¿Puedo comprármelo?

¿Y cuánto cuesta?

Unos seis mil euros.

Pues venga... Y cómprate también un bolso que haga juego, amor mío.

Bueno... Esteee... Resulta que también pasé por un concesionario de coches... Y pensaba que ya es hora de cambiar nuestro coche... Así que entré y pregunté. ¿A qué no adivinas? Resulta que tienen un BMW de oferta, y es el último que les queda.

 ¿Y de cuánto es esa oferta?

– ¡Sólo ochenta mil euros...! ¡Y es divino!

 Bueeeno. Cómpralo, pero que te lo den con todos los accesorios y si sale un poco más, como situación excepcional, no me voy a enfadar.

La mujer, viendo que todos sus deseos "colaban", decidió aprovechar y arriesgarse:

 Cariño... ¿Te acuerdas que te conté que mamá quería venirse a vivir con nosotros? ¿Te parece bien que la invite por un mes, a prueba, y el mes que viene lo volvemos a hablar?

 Mmm... Bueno, está bien... Pero no me pidas nada más. ¡Eh!

 Sí, sí, está bien. ¡Cuánto te quiero amor mío!
 Yo también. ¡Un besito y  chao, amor!

Al colgar el teléfono, el hombre se gira al grupo y pregunta:

– ¿Alguien sabe de quién es éste móvil?


3. SEXE A LA MALLORQUINA AMB 69 COTXOS

Mercedes Benz?

– Què Volkswagen? Que Mazda pegar un Volvo, de Tomaso lo dejas?

– Però pensa que no vull Pagani cinc.

Skoda tu, ara t’has Passat una mica.

Santana beneïda! No vull Biscuter ara amb tu. Mira això.

Honda! Quin Canyon que tens!

Kia! Mitsubishi. Ja saps allò que diu que qui té es Nash gran, també hi té lo altre. Pontiac quatre potes.

– Oh quin Suzuki!

“Ara se l’aficaré Toyota i Nissan donarà” —pensa s’homo.

Hyundai!

Audi, t´ha agradat?

– Sí. Que bé Alfa Romeo meu!.

– Ara Citroën fic per darrere, què tal?

Subaru! No siguis Bentley.

– Tu Seat aquí i Dacia fer a mi.

Jeep!

Opel cul un poc més. Sense por que per aquí no et faré cap Clío.

Acura!

Fiat de mi i no tenguis por. Espera que se m’Alpina un poc més. Crec que m’hi hauré de Ferrari.

Ssangyong! —això és es Renault que fà quan entra.

– Ho Mustang passant molt bé fins ara, Com va?

Brabus! En Buick més!

 

– Què t’ha semblat? Maserati o Mini rati?

– InfinitiMaybach pegat un de tan bo!

– Idò, demà ho Tornado a fer.

– Qui SaabPorsche.

– Quin Bugatti hem fet aquí!

– Jaguar jo tot això.

– Bé, idò, vine demà Simca ho diguis a ningú.

– Lancia no em deixará dormir avui. I demá et ficaré fins es peu!

– Amb so Peugeot no vull que m’ho facis. Però… I Tucker…? De què vas?

– Chrysler! No Hummer tenguis en compte, és que vaig un poc Ford.

– Jo Think s’impressió que ets una mica Cabrio tu.

– Calla que tot ha estat l’Smart de bo!

– I demà que ho feim aquí o a Ka meva?

– No. Just si Fornasari, sinó millor a un hotel de Lexus.

– No! Que m’hauré de posar Corvette i no m’agrada.

– Idò, Chevrolet faci? Què no Daihatsu la setmana passada que t’agradaria fer-ho en un lloc més maco?

– Res deia! Que em sembla que a n’aquest pas ho veurem però no hoCaterham.

– Au, ja val! Tesla clau de’s xalet de sa meva Tata i mos trobam allàAbarth de les dues i mitja i m’hi esperes Fisker jo arribi.

– Bé, bé, bé.

– Bé, bé, idò.


4. ¿QUÉ ES UN «LOOPING» INFORMÁTICO?

El director de una compañía llama a su secretaria y le dice:

Señorita Vanessa, tengo un seminario en Argentina dentro de una semana y quiero que me acompañe para que conozca a mis socios. Haga los preparativos del viaje.

La secretaria llama a su marido:

Oye Juan. La próxima semana voy a viajar con el director a Argentina. Así que te las tendrás que arreglar tú solito durante siete días.

El marido llama a la amante:

Leonor, mi tesoro. La bruja va a viajar la semana que viene a Argentina. Vamos a pasar toda una semana juntitos, nenita...

La amante llama al niño a quien da clases particulares:

Pablito, tengo mucho trabajo la semana próxima, así que no tienes que venir a dar las clases...

El niño llama a su abuelo (que es el director de esta historia):

Abuelito. La próxima semana no tengo clases. Mi profesora estará ocupada. Así que, ¡por fin vamos a poder pasar una semana juntos!

El abuelo llama a la secretaria:

Señorita Vanessa venga rápido. Suspenda el viaje. Voy a pasar la próxima semana con mi nieto que

hace un año que no veo, por lo que no vamos a participar en el seminario. Cancele el viaje y el hotel.

La secretaria llama al marido:

– Juan, ¡amor mío! El gilipollas del director cambió de idea y acaba de cancelar el viaje. Se jorobó el viaje.

El marido llama a su amante:

– Tesoro, lo siento. No podremos pasar la próxima semana juntos. El viaje de la bruja de mi mujer se ha suspendido.

La amante llama al niño de las clases particulares:

– Pablito. Cambié de planes y la próxima semana sí podré darte las clases como siempre.

El niño llama al abuelo:

– Abuelo, la rara de mi profesora me dijo que la próxima semana sí tendremos clases. Lo siento pero no podremos estar juntos.

El abuelo llama a la secretaria:

– Señorita Vanessa. Mi nieto me acaba de decir que no va a poder estar conmigo la próxima semana porque tiene clases. Así que continúe con los preparativos del viaje al seminario...

¿Te ha quedado claro lo del Looping informático?


 


5. ¿POR QUÉ FRACASA EL SOCIALISMO?

Un profesor de economía de la Universidad Norteamericana Texas Tech alegó que él nunca había suspendido a un estudiante pero que, en una ocasión, tuvo que suspender a la clase entera. Cuenta que esa clase le insistió en que el socialismo sí funcionaba, que en este sistema no existían ni pobres ni ricos, sino una total igualdad.

El profesor propuso a sus alumnos hacer un experimento en clase sobre el socialismo. Todas las notas iban a ser promediadas y a todos los estudiantes se les asignaría la misma nota, de forma que nadie sería suspendido y nadie tampoco sacaría una A (excelente).

Después del primer examen, las notas fueron promediadas y todos los estudiantes sacaron B. Los estudiantes que se habían preparado muy bien estaban molestos y los estudiantes que estudiaron poco estaban contentos.

Pero, cuando presentaron el segundo examen, los estudiantes que estudiaron poco estudiaron aún menos y los estudiantes que habían estudiado duro decidieron ya no trabajar tan duro, puesto que no iban a lograr obtener una A, y, así, también estudiaron menos.

¡El promedio del segundo examen fue D!

Nadie estuvo contento. Pero, cuando se llevó a cabo el tercer examen, toda la clase sacó F. ¡Todos suspendidos!

Y ya las notas nunca mejoraron. Los estudiantes empezaron a pelear entre sí, culpándose los unos a los otros por las malas notas, hasta llegar a insultos y resentimientos, ya que ninguno estaba dispuesto a estudiar para que se beneficiara otro que no lo hacía. Por asombro de toda la clase, ¡todos perdieron el año!

Y el profesor les preguntó si ahora entendían la razón del gran fracaso del socialismo:

– Es muy sencillo, simplemente se debe a que el ser humano está dispuesto a sacrificarse trabajando duro cuando la recompensa es atractiva y justifica el esfuerzo; pero, cuando el gobierno quita ese incentivo, nadie va a hacer el sacrificio necesario para lograr la excelencia. Y, finalmente, el fracaso será general.

Winston Churchill, premio Nobel en 1953 dijo:

“El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de los ignorantes, la prédica de la envidia, y su misión es distribuir la miseria de forma igualitaria para el pueblo”

Otra cita de la exprimer Ministro Británico, Margaret Thatcher, que complementa muy bien la anterior:

"El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero…, de los demás"

Y esta atribuida a Nancy Iriarte Díaz, primera esposa de Hugo Cháves:

" El Socialismo solo funciona en dos lugares: en el Cielo, donde no lo necesitan, y en el Infierno donde ya lo tienen.


6. LAS GAFAS DE MI NOVIA

Un amigo mío se fue a Madrid en viaje de trabajo. Sabiendo que su novia necesitaba unas gafas y teniendo la ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas, entró en una óptica.

Después de ver unas cuantas, se decidió por unas y se las compró.

La dependienta se las envolvió pero al marcharse, en vez de coger el paquete con las gafas, cogió otro muy parecido que había al lado.

El paquete contenía unas bragas que una clienta de la óptica acababa de comprar en una corsetería.

Mi amigo, que no se dio cuenta de la equivocación, se fue directamente a correos y le envió el paquete a su novia, junto con una carta.

La novia al recibirlo se quedó extrañadísima con el contenido así que abrió la carta y leyó...

Querida Marta:

Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo llevando las mismas y estas son cosas que se deben cambiar de vez en cuando.

Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que era la última moda, de hecho me enseñó las suyas y eran iguales.

Yo, para comprobar si eran ligeras, las cogí y me las probé allí mismo. ¡No sabes cómo se rió la dependienta! Porque esos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos y más a mí, que sabes que tengo unos rasgos muy prominentes.

Una chica que había allí me ayudó también a decidir. Me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo pudiera ver el efecto.

A esta chica le lucían menos que a la dependienta, porque el pelo se las tapaba un poco por los lados, pero aún así, me pareció que le favorecían muchísimo.

Finalmente me decidí y te las compré. Póntelas y enséñaselas a tu familia.

Al principio te sentirás rara, acostumbrada a ir con las viejas, y últimamente a no llevar ningunas, pero sobre todo, mira que no te estén pequeñas, sino te van a dejar señal cuando te las quites. ¡Ah! Ten cuidado también que no te estén grandes, no sea que se te caigan cuando vayas andando.

Para que te sean útiles y resulten más bonitas, me han aconsejado que las limpies muy a menudo. Igualmente me recomendaron que tengas cuidado con los roces porque se acaban estropeando.

Llévalas con cuidado y no vayas a dejártelas por ahí y las pìerdas, que tienes la costumbre de quitártelas en cualquier parte.

En fin, para que te voy a decir más...

Estoy deseando vértelas puestas…

Creo que éste es el mejor regalo que podía hacerte.

Un beso.

Tu Carlos 


 


7. MONSTRUO GADITANO DE LAS VENTAS

En el Corte Inglés de Cádiz, había un vendedor conocido en la zona por una pericia inusitada en el instante de la venta. Un día, el gerente de la oficina de Serrano, en Madrid, requirió sus servicios para fomentar la venta en el departamentos de Caza y Pesca.

En su primer día, el gerente quiso comprobar in situ cómo aquel supuesto “monstruo gaditano de las ventas”, conseguía encasquetar alguna cosa. Vio al hombre ocupado con un cliente y acudió al lugar intentando pasar desapercibido, mirando diversos artículos y escuchando la conversación:

Sí señor, una buena caña. Pero, permítame. Usted es un hombre de gran fortaleza física y quizá ésta no le dé suficiente rendimiento si pesca una pieza grande… Pongamos por caso una lubina o un pulpo. Le sugiero mejor una de éstas que nos acaban de llegar de Australia… Pura caña de bambú.

No sé yo…

¡No se hable más! Además, piense en sus compañeros de oficina, van a alucinar. Debería usted llevarse una Polaroid y hacerse una foto con la pieza más grande que consiga. ¡Va a ser usted la envidia del Departamento!

¡Hombre! Nunca se me dio mal...

Claro, que una buena caña no es nada sin un buen carrete. Y en carretes, sólo lo mejor de lo mejor. Mire éste: japonés, lo último, 300 metros de hilo de doble resistencia, posibilidad de tres bloqueos. Y si se lleva hoy este modelo… ¡Sólo por 250 euros! Lo que es toda una ganga. Le regalamos un juego de plomos.

Sí que parece un buen carrete, sí...

¿Buen carrete? Mire, yo con uno de éstos pesqué el verano pasado en Barbate un atún de 7 kilos. ¡Una maravilla! Claro, que fue mar adentro porque las piezas buenas sólo se pescan mar adentro. Me refiero a que a la playa no van a venir ellas solitas. ¿Me entiende usted?

Sí, claro. Entonces…

Una Zodiac es la mejor opción. Ahora, precisamente, tenemos una que estaba de muestra y le saldrá tirada, oiga. ¡Tirada!

Bueno yo tampoco pensaba en...

¿Pero usted qué quiere? ¿Pescar o ir de tiendas? La cosas o se hacen bien o no se hacen. Y usted es una persona que sabe cómo se hacen las cosas. Lo supe desde que le vi.

Bueno, la verdad es que hace dos años fui administrativo del mes y…

– ¿Qué le dije? Es usted un hombre que ha nacido para ganar. ¿Quiere pescar? Pescará. ¡Vaya si pescará! Claro, que la Zodiac necesita un motor, y el mercado de segunda mano no merece la pena, ya sabe... Importación paralela, sin papeles… Vamos, que le meten unos pufos por ahí que anda... Déjese, que tenemos un modelo Suzuki por mil euros, que no se lo podrá creer. ¡Qué sensación de libertad! El aire en la cara, las olas salpicando... No sigo, no sigo porque… ¡Me está usted dando una envidia!

 Lo de la barca no es mala idea. ¿Pero cómo la llevo?

– Si quiere buscar excusas, búsquelas, y si lo que quiere es disfrutar, busque soluciones. Usted no va sólo a pescar. Usted va a pasar unos días en contacto con la naturaleza, a encontrarse a sí mismo. No le creo tan ignorante como para pasar tres noches en uno de esos hoteles para aficionados. Usted lo que necesita es una caravana. Además, no es necesario que sea muy grande. Con una cuatro plazas tiene de sobra, y así resuelve el problema de la Zodiac. Podrá llevarla arriba. ¡No sabe el dineral que se ahorrará en hoteles! Además de inteligente, veo que es usted un hombre de suerte.

 Bueno yo siempre me distinguí por ser una persona responsable y con iniciativa…

 Eso se ve. Bien, pues ya se lo he preparado todo: será la caña, el carrete —con los plomos de regalo—, la Polaroid, la Zodiac, el fueraborda, la caravana y el juego completo de aparejos de pesca de bajura. Total: 38.750 euros, que podrá pagar en tres cómodos plazos. Mire, firme aquí... Eso es… Muchas gracias. Encantado. ¡Y que tenga usted una buena pesca!

El gerente madrileño se acerca alucinado al vendedor, con los ojos que se le salían de sus órbitas:

 Me ha dejado usted boquiabierto. ¡Qué seguridad! ¡Qué  psicología! ¡Qué dominio de la materia! Es usted, sencillamente, IM-PRE-SIO-NAN-TE.

No he visto en mi vida un caso igual. ¡Un tío que venía a comprar una caña de pescar y le ha vendido usted medio departamento!¿

– ¿Una caña? No, no. Se equivoca. Ese señor no venía a comprar una caña. Lo que ha ocurrido es que me lo he encontrado en las escaleras y me ha preguntado que dónde podría comprar unos Tampax para su mujer, y yo le he  dicho: “Pero hombre de Dios, ¿va a pasar cinco días sin follar y no va a aprovecharlos para ir de pesca?


8. DE BORGES CON AMOR

Después de algún tiempo aprenderás la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y aprenderás que amar no significa apoyarse, y que compañía no siempre significa seguridad.

 

Comenzarás a aprender que los besos no son contratos, ni los regalos son promesas.


Aprenderás que con la misma severidad con que juzgas, también serás juzgado y en algún momento condenado.


Aprenderás que no importa en cuantos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detiene para que lo arregles.

 

Aprenderás que es uno mismo quien debe cultivar su propio jardín y decorar su alma, en vez de esperar que alguien le traiga flores.

 

Comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza alta y la mirada al frente, con la gracia de una mujer y no con la tristeza de un niño y aprenderás a construir hoy todos tus caminos, porque el terreno de mañana es incierto para los proyectos, y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío.

 

Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado.

 

Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas.

 

Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma.

 

Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tú también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de la vida.


Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias y que no importa qué es lo que tienes, sino a quién tienes en la vida y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.

 

Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.


Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera a las personas que más te importan y por eso siempre debemos decir a esas personas que las amamos porque nunca estaremos seguros de cuándo será la última vez que las veamos.


Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia sobre nosotros, pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos.

Comenzarás a aprender que no nos debemos comparar con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejorar.

 

Descubrirás que se lleva mucho tiempo para llegar a ser la persona que quieres ser, y que el tiempo es corto.

 

Aprenderás que no importa a dónde llegaste, sino a dónde te diriges.

 

Aprenderás que si no controlas tus actos ellos te controlarán y que ser flexible no significa ser débil o no tener  personalidad, porque no importa cuán delicada y frágil sea una situación, siempre existen dos lados.

 

Aprenderás que héroes son las personas que hicieron lo que era necesario enfrentando las consecuencias.

 

Aprenderás que la paciencia requiere mucha práctica.

 

Descubrirás que algunas veces, la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte.

 

Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de las experiencias, que con los años vividos.

 

Aprenderás que hay mucho más de tus padres en ti de lo que supones.

 

Aprenderás que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías, porque pocas cosas son tan humillantes y sería una tragedia si lo creyese, porque le estarás quitando la esperanza.

 

Aprenderás que cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te da el derecho de ser cruel.

 

Descubrirás que sólo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero que no saben cómo demostrarlo.

 

No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.

 

Si algo he aprendido en la vida, es que la mentira se pone en contra de quien la inventa.

 

Jorge Luis Borges


 


9. EL e-mail QUE VINO DEL INFIERNO

Un matrimonio decide ir a pasar las vacaciones en una playa del Caribe, en el mismo hotel donde pasaron la luna de miel veinte años atrás, pero debido a problemas de trabajo, la mujer no puede viajar con su marido quedando en darle alcance unos días después.

Cuando el hombre llega al hotel ve con asombro que en la habitación hay un ordenador con conexión a internet; entonces decide enviar un e-mail a su esposa pero se equivoca en una letra y sin darse cuenta lo manda a otra dirección con tan mala suerte que el e-mail lo recibe por error una viuda que acaba de enterrar a su marido y que al leer su correo electrónico se desmaya al instante.

El hijo de la viuda, al entrar a la habitación, encuentra a su madre en el suelo sin conocimiento a los pies de su ordenador y en cuya pantalla se puede leer:

“Querida esposa:

 

He llegado bien. Probablemente te sorprenda recibir noticias mías por esta vía pero ahora tienen ordenadores aquí y puedes mandar mensajes a tus seres queridos. Acabo de llegar y he comprobado que todo está preparado para cuando llegues este próximo viernes. Tengo muchas ganas de verte y espero que tu viaje sea tan tranquilo y relajado como ha sido el mío.


P.D.: No traigas mucha ropa. ¡Aquí hace un calor infernal!”


 


10. LOS COJONES

Voy  a exponer brevemente los múltiples significados y acepciones que tiene la muy frecuentemente utilizada palabra referente a los atributos masculinos:

C O J O N E S

1.- Acompañada de un numeral tiene distintos significados dependiendo del número utilizado:

  • UN significa caro o costoso: VALE UN COJÓN.
  • DOS o PAR significa valentía: TIENE DOS COJONES o TIENE UN PAR DE COJONES.
  • TRES significa desprecioME IMPORTA TRES COJONES.
  • MIL PARES significa dificultad: LOGRARLO ME COSTÓ MIL PARES DE COJONES.

2.- Según el verbo que le acompañe así cambia su significado:

  • TENER indica valentíaSI TIENES COJONES, HAZLO. TIENE LOS COJONES BIEN PUESTOS.
  • Aunque con signos de exclamación puede indicar sorpresa o protesta: ¡TIENE COJONES!
  • PONER expresa reto: PUSO LOS COJONES SOBRE LA MESA
  • También puede expresar miedo: ME PUSO LOS COJONES POR CORBATA.
  • CORTAR puede significar tanto apostar como amenazarME CORTO LOS COJONES y TE CORTO LOS COJONES.

3.- El tiempo del verbo utilizado cambia el significado de la frase:

  • EL PRESENTE indica fastidio o hastío: NO ME TOQUES LOS COJONES.
  • EL REFLEXIVO significa vaganciaSE TOCA LOS COJONES.
  • EL IMPERATIVO denota sorpresa o asombro: ¡TÓCATE LOS COJONES!

4.- Los prefijos y sufijos modulan su significado:

  • expresa miedoESTOY ACOJONADO.
  • DES significa cansancio o risa: NO PUEDO MÁS, ESTOY DESCOJONADO o SE DESCOJONABA DE LA GRACIA QUE LE HIZO.
  • UDO indica perfecciónES COJONUDO.
  • AZO se refiere a la indolencia o aburrimientoES UN COJONAZO.

5.- Las preposiciones matizan la expresión:

  • DE significa éxitoME SALIÓ DE COJONES.
  • También puede indicar cantidad: HACÍA UN FRÍO DE COJONES.
  • POR expresa voluntariedad: LO HIZO POR COJONES.
  • HASTA denota límite de aguante: YA ESTOY HASTA LOS COJONES.
  • CON indica valor: ES UN TÍO CON COJONES.
  • SIN indica cobardía: ES UN TÍO SIN COJONES.

6.- El color, la forma, el estado o el tamaño influyen en el significado:

  • COLOR MORADO expresa frío: SE ME QUEDARON LOS COJONES MORADOS.
  • LA FORMA expresa cansancio: TENGO LOS COJONES CUADRADOS DE TANTO PEDALEAR.
  • Pero también puede expresar suerte ÉSTE HA NACIDO CON LOS COJONES REDONDOS.
  • EL DESGASTE implica experienciaTENÍA LOS COJONES PELADOS (PODRIDOS) DE TANTO REPETIRLO.
  • EL TAMAÑO puede indicar postura: TIENE LOS COJONES GRANDES Y BIEN PLANTADOS.
  • Tenerlos muy grandes puede indicar atrevimiento o valentíaTIENE LOS COJONES COMO LOS DEL CABALLO DE ESPARTERO.

7.- Indican torpeza vagancia si a uno LE CUELGAN LOS COJONESSE PISA LOS COJONES SE SIENTA SOBRE LOS COJONES o LLEVA LOS COJONES EN CARRETILLA.


8.- La palabra usada como exclamación expresa estados anímicos:

  • Sorpresa: ¡COJONES!
  • Perplejidad:  ¡MANDA COJONES!
  • Voluntad o tozudez: ¡PORQUE ME SALE DE LOS COJONES!

 

NOTA: En la mayoría de ejemplos se puede sustituir la palabra COJONES por HUEVOS.


 


11. YA OS CONTARÉ... (Relato corto de Xisco Martí)

YA OS CONTARÉ…

 

El bufé del hotel, copioso y atrayente, me sentó fatal por el descomedido abuso que hice con tanto manjar. La reacción a tal exceso fue la inmediata y desagradable sensación de hinchazón, seguida de un rugir de tripas que presagiaban un rocambolesco desenlace.


A cada paso que daba me veía obligado a disimular los eructos que pugnaban por salir, evitando con mucha premura, que Elena y nuestros nuevos amigos: Guillem y Petra —otra pareja de recién casados con los que congeniamos en el avión y que se hospedaban en el mismo hotel—, descubrieran mi apurado estado. Estábamos paseando por el centro de la ciudad contemplando los escaparates cuando, de repente, noté que una apremiante ventosidad se estaba abriendo paso con inusitada rapidez. Adopté urgente defensa: apreté nalgas, estreché ojos y cerré labios; mientras con la mano acariciaba mi henchida barriga con el fin de aliviar el retorcijón que se estaba generando allí dentro. Algo debí hacer fuera de lo normal porque Elena, en tono preocupado y agarrándome el brazo, me dijo:


¿Qué te pasa Xisco? ¿No te encuentras bien?


Sólo pude mascullar un lacónico: “Necesito un váter”. Con una mano en el culo y la otra en el vientre, inicié una loca carrera hacia no sabía dónde. Por suerte, por milagro o por ayuda divina —llámese como se prefiera— nos encontrábamos a escasos metros de una pizzería. Entré tan precipitadamente que, si no hubiera sido por la pericia del camarero en esquivar mi embestida, se hubiera originado un estropicio chaplinesco. Poseído por los mil demonios que atormentaban mi esfínter me disculpé:


¡Perdón! ¿El servicio?


Abajo —contestó con desdén, intentando equilibrar su bandeja.


Abajo significó: bajar veintidós escalones, recorrer una treintena de metros de pasillo, pasar por delante de un repleto comedor y una sofocante cocina. Al final del pasillo distinguí lo que debía ser la puerta de los servicios. Corrí patizambo hacia ella. Una tablilla con el repujado en cobre de un niño desnudo, meando de pié y sosteniéndose la minga, aclaraba posibles dudas a cualquier nacionalidad. Al alargar el brazo para abrir la puerta, mi mirada se paró, incrédula, en el letrero estratégicamente colgado entre ambas puertas: “Pedir llave en barra”; y debajo: “Key to the bar”. Mal pero explícito.


Desesperado y furioso giré el pomo a un lado y al otro con la esperanza de que estuviera  abierta. ¡Mierda! Arremetí frenético al pomo de la puerta de la izquierda —ésta con el repujado de una niña sentada en un orinal. Derecha-izquierda, derecha-izquierda. ¡Mierda, mierda, mierda! Cerrada también.


Me invadió la congoja. Esta ligera laxitud hizo que dejara de constreñir. Noté, impotente, como una larga y sonora pedorreta anal canturreaba en mi trasero mientras iba expulsando una fétida cagalera.

Instintivamente agarré el culo con una mano y con la otra entre las piernas intenté contener todo lo que salía. Me vi desbordado. Di unos pasos en tal guisa buscando ayuda, no sé dónde ni a quién. Notaba como aquello escurría por mis piernas. Un lagrimeo de impotencia nubló mi visión.


No hube dado siquiera tres pasos cuando a mis espaldas oí girar una llave en su cerradura. Me volví ilusionado. ¡Bien! Por la puerta de caballeros salió un pelirrojo veinteañero que me miró de arriba abajo con extrañeza. No intercambiamos ninguna palabra. Él saludó con una media sonrisa; yo avancé una mano suplicante y la llave se posó en ella.


Como una exhalación entré en el retrete. ¡Qué diablos había comido el pelirrojo! El hedor era espeso y se mantenía pegajoso en el aire de aquel inmundo cuartucho. Pero no era la hora ni el momento de andarse con remilgos. Me bajé y quité con repugnancia los pantalones y calzoncillos a la vez; ambos rezumaban una asquerosa sustancia verdosa. Justo en el momento de ir a sentarme, no pude contener la expulsión violenta del pedo de los pedos, que salpicó por doquier: culo, taza, azulejos... Todo quedó hecho una mierda —nunca mejor dicho. Al pedo con sorpresa le siguió una mezcolanza de líquido-materia, indescriptible, y que al finalizar, me dejó con la agradable sensación de haberme vaciado por dentro a pesar del escozor que me dejó en todo el recto.


Inspiré profundamente. Ya no notaba ni el hedor que había dejado el pelirrojo ni el mío propio. No olía a nada. Mi agonía había terminado y me sentía feliz a pesar de estar pringado hasta la coronilla.

Suspiré aliviado. Cerré con placer los ojos saboreando la calma interna y la quietud envolvente. Volví a la realidad de mi situación. Busqué el rollo de papel. Nada. Sólo el canuto de cartón. Miré por todos lados buscando un maldito rollo de papel. Nada. El joputa pelirrojo había terminado con él. Me valí del canuto de cartón para limpiar la inmundicia de piernas y nalgas; pero sólo conseguí pringarme aún más las manos.


No sabía cómo salir de este denigrante y ridículo estado. Entonces pensé en el lavabo; si pudiera salir y asearme... Abrí un poco la puerta y vi que había dejado la puerta de entrada abierta. No se oía otro ruido que el trajín de la cocina. Salí y cerré la puerta. ¿Dónde había dejado la llave? Volví al retrete. No sé por qué pero instintivamente estaba andando agachado con el culo en pompa. Busqué por todas partes sin éxito hasta que me fijé en mis pantalones tirados allí en un rincón. ¿La habría metido en el bolsillo del pantalón? Con asco cogí los pantalones y allí estaba, en el bolsillo derecho. Oí como la puerta del servicio se abría y cerré la mía con prontitud. Alguien intentó abrir pero pasé el pestillo y grité molesto:


¡Ocupado!


El alguien se excusó y salió cerrando con llave. Esperé unos segundos. Salí. Comprobé que la puerta estaba cerrada con llave. Metí la mía para evitar ser sorprendido y resoplé tranquilo. Me miré al espejo. Me compadecí de mi mismo. Miré a ambos lados del espejo buscando toallitas. Nada de toallitas. Secamanos automático.


De pronto me asaltó una idea. ¿Quizá en el váter de mujeres habría rollos de papel? ¿Por qué no intentarlo? Abrí. Escudriñé. Y salí en pelota de cintura para abajo dirigiendo con celeridad mis pasos al servicio de mujeres. Comprobé la puerta. Estaba cerrada. Por precaución golpeé tres veces y no recibí contestación. Abrí y cerré dejando mi llave puesta. Había dos retretes. Lo revisé todo. No había papel en ningún lado. Me ví reflejado en el espejo y de súbito me fijé… ¡Eureka! Me sentí feliz —como el Arquímedes— al reparar en el polo amarillo yema que me había regalado Elena. ¡Éste es el que me sacará del atolladero! —pensé animoso. Me quité el polo quedando en pelota viva. Empecé a lavarme de arriba abajo con él. No había hecho más que empezar cuando oí que alguien nuevamente entraba en el váter de al lado.


¡Aj! ¡Qué peste! —Ruido de abrir la puerta del retrete— ¡Coño! ¡Qué mierda! ¡Éste se ha cagao de arriba abajo!


Cuando escuché su última exclamación pensé en los pantalones que había dejado allí con mi cartera, documentación y dinero. Me maldije por mi descuido. Recé para que el tío no tocase mis pantalones. Aceleré cuanto pude la limpieza de mi cuerpo. ¿Y ahora cómo salgo? —me pregunté. Me tapé mis partes con el polo mojado y sucio; y cuando me disponía a salir otro alguien introducía la llave para entrar.


Mientras el tío de al lado seguía despotricando, la mujer que intentaba entrar se preguntaba por qué no podía abrir la puerta. Tocó pidiendo si había alguien. Con sumo cuidado y esmero retiré la llave sin hacer ruido y me metí en el retrete más próximo cerrando con el pestillo.

La mujer esta vez sí consiguió entrar y al ver el estado en que yo había dejado el servicio no pudo más que exclamar:


¡Uf! ¡Qué sucio está esto!


Intentó abrir mi puerta y al notar que estaba cerrada se dirigió a la otra, entrando y cerrando tras de sí.

Salí agachado —sigo sin saber por qué—, saqué primero la cabeza para investigar. Descubrí enfrente otra puerta. Un rótulo aclaraba: “Servicio Personal”. Probé y abrí. Palpé la pared en busca del interruptor. El ruido que escuché a mis espaldas de dos puertas al abrirse me precipitaron adentro. Escuché con atención los comentarios que se hicieron los dos usuarios pero sólo alcance a entender:


¡Qué guarros son algunos! —se quejaba el uno.


¡Seguro que está hecho a posta! —se consolaba la otra.


Palpé nuevamente el muro y hallé el interruptor de la luz. Era un minúsculo cuartito de la limpieza. Cubo, fregona, trapos, ¡una estantería repleta de rollos de papel! ¡No te jode! Sobre un inodoro sin tapa, un maltrecho espejo fue capaz de devolver mi completa desnudez.


¿Y mi polo? ¿Dónde puñetas estaba? No me importó. Acababa de descubrir, colgada de una tubería, una bata —supuestamente de la mujer de limpieza. Me la puse sin dudar. Me venía estrecha y corta —un palmo por encima de la rodilla—; pero me importó un bledo.


Oí un murmullo de voces aproximándose por el pasillo. Entre ellas distinguí la de mi Querube. Salí. Recogí mi polo, que estaba justo delante de la puerta, al tiempo que se asomaban por el recodo: mi esposa, nuestros amigos, el camarero y otro señor. Al percatarse de mi presencia me miraron asombrados. Sin decir palabra entré, exageradamente circunspecto, en el servicio de caballeros; recogí la cartera y la llave del hotel —dejé allí mis pantalones cubiertos con mi polo amarillo yema. Cogí del brazo a Elena y Petra y las arrastré hacia la salida mientras les decía enigmáticamente:


Ya os contaré…

 

Xisco Martí

 

12. FRASE DEL NÓBEL DE MEDICINA DRÁUZIO VARELLA

En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para las mujeres que en la cura del Alzheimer.


De aquí a algunos años tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven.

13. ¿SABES CON QUIÉN ESTÁS HABLANDO?

Un tío que trabaja en una gran empresa agarra el teléfono y dice:

¡Nenaaa! ¡Menea el culo rapidito y súbeme un café con leche y dos bollitos! ¡Anda guapa, pero ya!

Al otro lado del teléfono se oye una voz varonil que dice:

¡Gilipollas! ¡Te has equivocado de extensión! ¿Sabes con quién estás hablando? ¡Estás hablando con el Director General! ¡Imbécil!

Y el otro contesta:

¿Y tú qué? ¡Explotador de mierda! ¡Pedazo hijoputa! ¿Sabes con quién estás hablando tú? ¡Idiota!

El director general responde:

¡No! ¡Pero en cuanto lo sepa te jodo vivo! ¡Por mis muertos te lo juro!

Y el tío le dice:

Menos mal… — y cuelga.


14. ABOGADOS: DOS CASOS VERÍDICOS

Un abogado interrogando a un testigo:

¿Doctor, antes de hacer la autopsia, tomó el pulso a la víctima?

No.

¿Le tomó usted la presión arterial?

No.

¿Comprobó usted si respiraba?

No.

¿Entonces, es posible que la víctima estuviera viva cuando la autopsia comenzó? —dice el abogado en tono victorioso.

No.

¿Cómo puede usted tener tanta seguridad? —pregunta el abogado con ironía.

Porque el cerebro del finado estaba en una bandeja sobre la mesa.

¿Pero, aún así, podría estar vivo?

¡Sí, es posible que él estuviera vivo y estudiando derecho en la misma facultad que usted se licenció!

Otro abogado interrogando a otro testigo:

¿Cuál es la fecha de su cumpleaños?

El quince de julio.

Muy bien. ¿Y puede decirnos de qué año?

Todos los años.

 


15. NO ES LO MISMO MADRE QUE SUEGRA

Dos señoras se encontraron después de un buen tiempo sin verse y una le pregunta a la otra:

¿Y cómo están tus hijos, Rosa y Paco?

¡Ay, querida! Rosa se casó muy bien. Tiene un esposo maravilloso. Él se levanta de madrugada para cambiar los pañales de mi nieto, prepara el café por la mañana, lava los platos y ayuda en la cocina. Le tiene una chica que limpia la casa, le compra coche nuevo cada año, la lleva de viaje dos veces al año. Después de todo es muy bueno en su trabajo. Un amor de yerno. ¡Gracias a Dios!

¡Qué bien, querida amiga! ¿Y tu hijo Paco, también se casó?

También se casó, pero tuvo mala suerte. Su matrimonio anda muy mal. Imagínate que él tiene que levantarse de madrugada para cambiar los pañales de mi nieto, hacer el café por la mañana, lavar los platos y tiene que ayudar en la cocina. Y después de todo esto, sale a trabajar para conseguir el sustento y pagar una chacha que limpie la casa, lo fuerza para  salir de viaje dos veces al año, y... ¡Lo peor! ¡Quiere coche nuevo cada año¡ ¡Pobre hijo mío! ¡Ella es una cabrona!


16. ¿ESTÁS OCUPADO ESTA NOCHE?

Mi joven y hermosa vecina golpea mi puerta. Abro corriendo y me dice:

Mira, acabo de llegar y estoy con unas ganas locas de divertirme, de emborracharme y de hacer el amor toda la noche. ¿Estás ocupado esta noche?

¡Claro que no!

¿Entonces, puedes cuidar de mi perrito?


Moraleja: ¡Volverse viejo es una mierda!

17. ¡COÑO CON LA EÑE!

Todo esto viene a cuento porque ayer —este ayer cubre unos cuantos lustros, ya que soy bastante parco en coger pluma y papel— cayó en mis manos un dni espanol, entiéndase, un documento nacional de identidad de espana, (escrito todo así, en minúsculas, porque no merece mayor relevancia) y cuál no sería mi asombro al ver que un "Íñigo Armiñan Núñez” se convertía por obra y gracia de nuestro gobierno espanol, en un ridículo INIGO ARMINAN NUNEZ, así, sin “eñes” y sin acentos por la parte computerizada del anverso y reverso. ¡Viva Espana y olé!


Y no hablemos del cachondeo que se traen los bancos con la "eñe" de sus clientes... He llegado a ver el apellido Máñez escrito de las formas más inverosímiles. Veamos un pequeño ejemplo:

 

Manez, Ma/ez, Ma~ez, Ma¯ez, Ma\ez, Ma&ez, Ma#ez.

 

Me pregunto: ¿Todos los que llevan la eñe en sus nombres y linajes permiten semejantes salvajadas y desatinos? ¿Tendrán razón los yanquis? ¿Los espanoles tragamos todo lo que nos echen como meros idiotas?

 

¿Quién es el culpable, político o funcionario, de la compra de ordenadores que no pueden imprimir la eñe.


Por eso y muchas cosas más —esto es plagio del principio de una entranable canción de Luis Aguilé— debo acabar sintiendo vergüenza ajena.


Xisco Martí

18. MATRIMONIO SIN PLEITOS DE POR VIDA

Un matrimonio es entrevistado en un programa de televisión porque llevan casados más de cuarenta años y nunca han peleado.

El periodista, lleno de curiosidad, pregunta al marido:

Y ustedes, ¿nunca han discutido?

No —responde el marido.

¿Y cómo es eso?

Mi mujer ha sido criada por su padre, un hombre de campo, muy rudo. Cuando nos casamos mi mujer tenía una yegua que apreciaba muchísimo. Era lo que más quería. Ella era mujer de campo y esa yegua su mejor amiga. Era la criatura que ella mimaba más en la vida. El día de nuestra boda fuimos de luna de miel en nuestro carruaje tirado por la yegua. En el camino hacia nuestro destino la yegua tropezó. Mi mujer le dijo con voz firme a la yegua: “UNO”. A mitad de camino la yegua tropezó de nuevo y mi mujer miró a la yegua y dijo: “DOS”. Al llegar a nuestro destino nuevamente la yegua tropezó. Ella bajó y le dijo: “TRES”. Acto seguido sacó una pistola y le pegó cinco tiros a la yegua.

Yo asombradísimo y a la vez molesto le recriminé: “¡Estás loca, mujer! ¿Cómo se te ocurre matar a la pobre yegua? ¡Estás desquiciada!

Mi mujer me miró fijamente y me dijo: “UNO”.

Y desde entonces, ¡NO HAY NINGÚN PROBLEMA ENTRE NOSOTROS!

19. LAS DOS CERILLAS

Iban en una avioneta seis pasajeros de distintas nacionalidades cuando, de pronto, se incendia el motor.

El piloto, desesperado, salta en paracaídas de la avioneta en llamas al tiempo que les dice:

Queda un paracaídas en la cabina…

Los viajeros se miran con asombro y de pronto el francés exclama:

¿Quién va a utilizarlo?

El americano saca rápidamente dos cerillas y dice:

El que consiga formar el número más alto con estas dos cerillas se lleva el paracaídas.

El francés coge las dos cerillas y las coloca así:


2

¡Dos! —exclama— Uno más uno son dos. El paracaídas es mío.

Va el ruso y los coloca así:

 

5

¡V! En números romanos son cinco. El paracaídas es mío.

En eso el italiano las coge y las coloca en cruz:

 

10

Pues X en números romanos son diez así que el paracaídas es mío.

Un momento —dice el americano cogiendo las cerillas— yo tengo esta otra solución…

 

2

Un 1 y un 1 son once por lo que, sintiéndolo mucho el paracaídas es mío.

El alemán se abalanza sobre las cerillas y con una rapidez asombrosa las coloca así:

 

50

Yo también lo siento pero L en números romanos son cincuenta así que el que se pondrá el paracaídas seré yo.

Mientras el alemán estaba cantando victoria, el español va y las coloca de esta manera:

 

69

Con una sonrisa de lado a lado, paseando su mirada a todos sus compañeros, les dice con acento un poco burlesco:

¿Alguna duda sobre quién se pone el paracaídas?

 

20.

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