TIPO O

Las personas del tipo O pueden digerir y metabolizar las carnes con eficiencia porque suelen tener un alto contenido de ácido gástrico en su estómago; sin embargo no deberían ingerir más de 170 gramos de carne en cada comida y, a su vez, equilibrarla con los vegetales y frutas apropiados a su tipo sanguíneo y así evitar una excesiva acidificación de la sangre que suele causar úlceras e irritación de las paredes estomacales.

TIPO A

Basta echar un rápido vistazo al cuadro de arriba para ver que no es el más sugestivo para los amantes de las carnes y que da pocas opciones de elección. Una característica de las personas con tipo sanguíneo A es su bajo nivel de ácido gástrico en el estómago, por lo que deberían abstenerse de todos los productos cárnicos procesados y las carnes ahumadas y curadas que pueden causarle cáncer de estómago, característica que comparte con el tipo AB. La sustitución del consumo de carne por el pescado adecuado sería la más sensata.

TIPO B

Uno de los principales problemas que tiene el tipo B es acostumbrarse a prescindir totalmente del pollo, que le resulta perjudicial debido a que contiene una lectina con capacidad aglutinante para atacar el torrente sanguíneo y producir potenciales apoplejías o inmunodeficiencias. Hoy en día, para muchas personas, resulta impensable prescindir del pollo pero si se pertenece al grupo B, la mejor decisión es sustituirlo por pavo, codorniz,  faisán o perdiz; al principio puede costar pero a la larga se agradece. Si se padece de inmunodeficiencia, entonces se debería sustituir el pavo y las carnes de vacuno por carnero, conejo o cordero.